viernes, 21 de mayo de 2010

PENTECOSTES EFECTOS DEL ESPIRITU SANTO


Efectos del Espíritu Santo el día de Pentecostés



I/ES I/FUNDACION

1. Si queremos entender correctamente la relación entre el Espíritu Santo y la Iglesia, debemos detenernos en los efectos que tuvo su venida el día de Pentecostés. Los discípulos fueron transformados. Hasta entonces los discípulos no comprendían la obra de Cristo; poco antes de su Ascensión se vio que todavía no entendían la misión de Cristo (Act. 1, 6; véanse además Mc. 4, 13. 40; 6, 50-52; 7, 18; 8, 16-21; 9, 9. 32; 14, 37-41; Lc.`18, 34, lo. 2, 22; 12, 16; 13, 7. 28; 14, 5. 8; 16, 12. 17). El día de Pentecostés el Espíritu Santo les reveló el misterio de Cristo y del reino de Dios; ahora ven a Cristo a la luz del Antiguo Testamento, entendido de nuevo (Lc. 24, 25-47; Jo. 2, 22; 12, 16; 20, 9; Act. 2, 25-35; 3, 13. 22-25; 4, 11. 24-28; 10, 43; I Cor. 15, 3). Desde ahora el testimonio a favor de Cristo se les impone como ineludible deber; ni los peligros ni los tormentos les eximen de ese deber. Con alegría, confianza y constancia predican a Cristo como Hijo de Dios crucificado y resucitado, delante del Sanedrín y delante de todo el pueblo; no lo hacen por la excitación o el entusiasmo de un momento; los acontecimientos de Pentecostés crearon un estado duradero y los apóstoles no temen ninguna amenaza ni mandato.

Todos los varones y mujeres que estaban reunidos al ocurrir la venida del Espíritu Santo fueron inundados de El (Act. 2, 4). El Espíritu Santo reveló a los oyentes el sentido del testimonio de los apóstoles; lo entendieron y se convirtieron y se hicieron bautizar.

Más de tres mil se sumaron a la Iglesia en la primera hora gracias al servicio de Pedro (Act. 2, 41). Consecuencia y efecto de la presencia del Espíritu Santo en la joven Iglesia es la vida floreciente descrita en Act. 2, 42-47. Los miembros de la Iglesia de las primicias estaban tan unidos que repartían sus bienes (cfr. Act. 4, 31-32).

2. El día de Pentecostés puede, por tanto, ser llamado el día del nacimiento de la Iglesia. Todo lo anterior fue preparación y trabajo previo. En la mañana de Pentecostés puso Dios el sello a la obra de su Hijo. La Iglesia fue consecuencia de la efusión y derramamiento del Espíritu (Act. 2, 42). Ahora se cumplen las promesas hechas por Cristo, ahora se cumple su misión; antes no había ni bautismo ni perdón de los pecados, no había predicación del Evangelio ni administración de sacramentos. Ahora entran en vigencia los poderes y deberes concedidos e impuestos por Cristo a sus apóstoles. Aquella mañana apareció por vez primera como comunidad la reunión de los cristianos; esa comunidad está conformada y configurada por el Espíritu Santo, da testimonio a favor de Cristo, perdona los pecados y concede la gracia. Aunque ya existía se parecía al primer hombre hecho de barro antes de serle alentada la vida; era un cuerpo muerto que esperaba la chispa de la vida.

«¿Cuándo empezó la Iglesia a vivir y a actuar? El día de Pentecostés. Ya antes existían sus elementos esenciales y estaban reunidos, organizados y dotados de los poderes necesarios; la doctrina había sido predicada, los apóstoles elegidos, los sacramentos instituidos y organizada la jerarquía, pero la Iglesia no vivía ni se movía. Las fuerzas divinas dormitaban, nadie predicaba ni bautizaba ni perdonaba los pecados y nadie ofrecía el santo sacrificio; impacientes esperaban ante las puertas el mundo judío y el mundo gentil, pero nadie abría; la Iglesia estaba en un estado parecido al sueño, como Adán antes de que le fuera alentada la vida... Así estaba la Iglesia hasta la hora nona del día de Pentecostés, en que el Espíritu Santo descendió sobre ella en el ruido del viento y en las lenguas llameantes. Este fue el momento de empezar a vivir; todo empezó a moverse y a actuar» (Meschler, Die Gabe des hl. Pfingstfestes, 103).

También Schell dice: «Efecto de la efusión y derramamiento del Espíritu de Dios fue la fundación de la primera Iglesia cimentada en la doctrina apostólica, unida por la constitución jerárquica y cuidadosa de la vida del renacimiento mediante la celebración del misterio eucarístico.» Santo Tomás de Aquino dice que el día de Pentecostés es el día de la fundación de la Iglesia (Sententiarum I d. 16, q. 1, a. 2; M. Grabmann, Die Lehre des hefligen Tharnas von Aquirz von der Kirche AIs Gotteswerk, 1903, 125). San Buenaventura dice: «La Iglesia fue fundada por el Espíritu Santo descendido del cielo» (Primera Homilía de la fiesta de la Circuncisión del Señor, edición Quaracchi IX, 135).

3 La tesis de los Santos Padres de que la Iglesia nació de la herida del costado de Cristo no está en contradicción con la doctrina de que la Iglesia fue fundada el día de Pentecostés, porque Muerte, Resurrección, Ascensión y venida del Espíritu Santo forman una totalidad. La muerte, resurrección y ascensión están ordenadas a enviar el Espíritu Santo y sólo en esa misión logran su plenitud de sentido. Viceversa: la misión del Espíritu Santo presupone los tres sucesos anteriores. Es el Hijo del hombre introducido en la gloria de Dios mediante su muerte y resurrección quien envía al Espíritu Santo: por eso es, en definitiva, Cristo quien funda la Iglesia mediante el Espíritu Santo el día de Pentecostés. Dice San Juan Crisóstomo en el primer sermón de Pentecostés comentando a /Jn/07/30 (PG 50, 457): «Mientras no fue crucificado no le fue dado al hombre el Espíritu Santo. La palabra «glorificado» significa lo mismo que «crucificado». Porque aunque el hecho mismo de ser crucificado es ignominioso por naturaleza, Cristo lo llamó gloria, porque era causa de la gloria de lo que El amaba. ¿Por qué, pues -pregunto-, no fue dado el Espíritu Santo antes de la Pasión? Porque la tierra yacía en pecado y perdición, en odio y vergüenza, hasta que fue sacrificado el Cordero que quitó los pecados del mundo.»

La vinculación de la Iglesia a la muerte de Cristo destaca especialmente el carácter cristológico de la Iglesia. Digamos una vez más que la Iglesia no es ni sólo la Iglesia del Espíritu ni sólo la Iglesia del Resucitado, sino la Iglesia del Cristo total, cuyo misterio abarca la vida terrestre y la vida glorificada del Señor, de El recibe su estructura mientras que del Espíritu Santo recibe la vida. Es significativo que San Agustín diga unas veces que la Iglesia procede de la Pasión y otras que procede del Espíritu Santo. Dice, por ejemplo, en el Trat. 120 sobre el Evangelio de San Juan: «Uno de los soldados abrió su corazón con una lanza e inmediatamente brotó sangre y agua (/Jn/19/34). El evangelista escogió cuidadosamente la palabra y no dijo: traspasó o hirió su costado, sino: «abrió», para que fueran como abiertas las puertas de la vida, por las que fueran derramados los sacramentos de la Iglesia sin los que no se entra en la verdadera vida. La sangre fue derramada para perdón de los pecados y el agua suaviza el cáliz salvador y concede a la vez baño y bebida. Prefiguración de esto fue la puerta que Noé abrió al costado del arca para que entraran en ella los animales liberados del diluvio; por la Iglesia fue extraída la primera mujer del costado del dormido Adán y fue llamada vida y madre de lo viviente; pues significaba un gran bien antes del pecado que es el mayor mal. Aquí durmió el segundo Adán con la cabeza reclinada sobre la cruz para serle formada una esposa de lo que manó de su costado. ¡Oh muerte que resucita a los muertos! ¿Qué cosa hay más pura que esta sangre y más saludable que esta herida?».

La relación entre la pasión de Cristo y la misión del Espíritu Santo puede ser comparada a la que hay entre la creación del primer hombre y la infusión de la vida en él. Según la descripción de la Sagrada Escritura el cuerpo del primer hombre fue formado sin vida. Entonces el Señor sopló sobre él y le alentó la vida y el hombre se convirtió en viviente (Gen. 2, 7). Algo parecido es atribuido al Espíritu en la visión de Ezequiel; vio un cementerio lleno de huesos y oyó que el Señor le decía: «Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así habla el Señor, Yavé: Ven, ¡oh espíritu!, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos huesos muertos y vivirán. Profeticé yo como se me mandaba, y entró en ellos el espíritu, y revivieron» (Ez. 37, 9-10).

Continua actividad del Espíritu Santo en la Iglesia

La actividad que desarrolló el Espíritu Santo al descender sobre los reunidos en el cenáculo de Jerusalén no se limitó a la mañana de Pentecostés primero; desde aquel día se está realizando sin pausa hasta la vuelta de Cristo. La Iglesia está convencida de que está continuamente bajo la influencia decisiva del Espíritu Santo y, por tanto, de que todo lo que hace lo hace en el Espíritu Santo.

A. La actividad del Espíritu en general ES/ACTIVIDAD:

1. La actividad del Espíritu fue profetizada por Cristo en sus palabras de despedida: «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; y yo rogaré al Padre, y os dará otro Abogado, que estará con vosotros para siempre, el Espíritu de verdad, que el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce; vosotros le conocéis, porque permanece con vosotros y está en vosotros» (lo. 14, 15-17). De El dice Cristo: «Os he dicho estas cosas mientras permanezco entre vosotros; pero el Abogado, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, ése os enseñará todo y os traerá a la memoria todo lo que yo os he dicho» (Jo. 14, 25-26). «Cuando venga el Abogado, que yo os enviaré de parte del Padre, el Espíritu de verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí, y vosotros daréis también testimonio, porque desde el principio estáis conmigo» (lo. 15, 26-27). Cristo dice también a los discípulos: «Mas ahora voy al que me ha enviado y nadie de vosotros me pregunta ¿Adónde vas? Antes, porque os hablé estas cosas, vuestro corazón se llenó de tristeza. Pero os digo la verdad, os conviene que yo me vaya. Porque si no me fuere, el Abogado no vendrá a vosotros; pero si me fuere, os le enviaré. Y en viniendo éste argüirá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, porque no creyeron en mí; de justicia, porque voy al Padre y no me veréis más; de juicio, porque el príncipe de este mundo está ya juzgado. Muchas cosas tengo aún que deciros, más no podéis llevarlas ahora; pero cuando viniere Aquél, el Espíritu de verdad, os guiará hacia la verdad completa, porque no hablará de sí mismo, sino que hablará lo que oyere y os comunicará las cosas venideras. El me glorificará, porque tomará de lo mío y os lo dará a conocer. Todo cuanto tiene el Padre es mío; por esto os he dicho que tomará de lo mío y os lo hará conocer» (lo. 16, 5-15).

En estas palabras Cristo reprende a los discípulos porque se han entristecido al decirles que se marcha sin preguntar las ventajas que podía tener su vuelta al Padre. Si El no marchara no vendría el Paráclito. La venida del Espíritu es de trascendental importancia porque la actividad del Paráclito es ineludible si se quiere entender correctamente la relación de los discípulos a Cristo. Da la impresión de que Cristo no pudiera abrir los ojos de los apóstoles y de que tuviera que ser necesariamente e] Espíritu Santo quien les hiciera comprenderlo todo. Pero como esa comprensión es decisiva para la auténtica y verdadera vida, la venida del Espíritu Santo a los discípulos es también fundamental. La marcha de Cristo es, en realidad, un bien para los discípulos (Jo. 16, 7) porque es la condición de la venida del Espíritu Santo.

2. Las funciones del Espíritu Santo son enumeradas por Cristo en ]as palabras de despedida. El Espíritu Santo hace que los discípulos recuerden a Cristo; este recuerdo tiene fuerza psicológica y ontológica. El Espíritu Santo hace que los discípulos no se olviden de Jesús; pero a la vez les actualiza continuamente a Cristo. La función memorativa del Espíritu Santo es función actualizadora y su fin es que los discípulos tengan a Cristo como interna posesión. Cristo debe actuar en ellos. El Espíritu Santo crea la «presencia activa» de Cristo en los discípulos, el ser de Cristo en ellos.

El Espíritu Santo introduce a los discípulos en la verdad hasta que ellos reconocen la riqueza y profundidad de la sabiduría de Dios; da además testimonio de Cristo de forma que ese testimonio desarrolla lo que Cristo ha predicado y abre a la vez su sentido. Esta función iluminadora y explicativa es tan importante que el Espíritu Santo recibe nombre de ella: es el Espíritu de verdad. El hecho de que Cristo diga dos veces que el Espíritu Santo tomará de lo suyo y lo anunciará, demuestra que Cristo habla aquí no de verdades nuevas y no predicadas, sino del testimonio de la verdad predicada ya por El (cfr. I Jo. 4, 1; Apoc. 19, 10).

3. Lo que Cristo promete del Espíritu Santo lo vemos cumplido en los Hechos de los Apóstoles y en las Epístolas. La actividad del Espíritu Santo se desarrolla siempre en torno a Cristo. En el Apocalipsis de San Juan vemos hasta qué punto está vinculada a Cristo la actividad del Espíritu Santo, en las cartas a las siete iglesias se dice constantemente que se las invita a oír lo que el Espíritu dice (2, 7. 11. 17. 29; 3, 6. 13. 22); sin embargo, al principio de cada carta se dice que es Cristo quien habla a las iglesias (2, 1. 8. 12. 18; 3, 1. 7. 14). Evidentemente es Cristo quien habla por medio del Espíritu Santo. Cristo es también descrito como el Señor que dirige la historia; es también el «Cordero sacrificado», que en una grandiosa escena es convocado a ser Señor de la historia y del mundo (Apoc. 5).

4. En los textos de San Juan antes citados se enumeran algunas funciones más del Espíritu Santo. Frente al mundo aparece en el papel de acusador; sobre este tema dice A. Wikenhauser (Das Evangelium nach lohannes, 1948, 242): «Detrás de las difíciles palabras de Jesús está la idea de un proceso desarrollado ante Dios. El mundo descreído que ha rechazado a Cristo y le ha llevado a la cruz es el acusado y el Paráclito es el acusador. La misión definitiva del Espíritu consiste en argüir al mundo, lo que no quiere decir que lo convencerá de su culpa, sino sólo que pondrá en claro su culpa, es decir, que demostrará que no tiene razón. Pero este proceso no ocurrirá al fin de los tiempos (en el juicio final), sino en todo el proceso de la historia que transcurre desde la Resurrección.

El argumento del Paráclito consiste en dar testimonio a favor de Cristo delante del mundo (15, 26), es decir, en la predicación cristiana inspirada por el Espíritu, que pone en claro la culpa y la sinrazón del mundo. Al decir que arguye de pecado, de justicia y de juicio quiere decir que el Paráclito pondrá en claro qué significan el pecado, la justicia y el juicio, con lo que a la vez responde a la cuestión (como indican los versículos 9-11) de a qué parte hay que buscar el pecado la justicia y el juicio. Pecado significa la incredulidad frente a la revelación de Dios ocurrida en Cristo. El verdadero pecado del mundo es haberse cerrado a la predicación de Jesús y el cerrarse obstinadamente a la predicación cristiana (/Jn/15/21-25). La palabra «justicia» debe ser entendida en sentido jurídico como justificación o declaración de inocencia ante la ley; debe ser considerada como justicia hecha en un proceso, porque los argumentos son una acusación o polémica jurídica. Su vuelta al Padre y su glorificación significan que la victoria está de parte de Cristo (cfr. 1 Tim. 3, 16 y la interpolación apócrifa de Mc. 16, 14: revela ahora tu justicia=victoria). La vuelta al Padre es expresión típica de San Juan para decir lo que los demás escritores del Nuevo Testamento enuncian como elevación o glorificación de Cristo por Dios (cfr. Act. 2, 33, 5, 31; Eph. 1, 20; Phil. 2, 9; Hebr. 1, 3). El argumento contra el mundo consiste en que el Paráclito demuestra testificando (15, 26) que Cristo ha vuelto al Padre. El Espíritu pondrá en claro finalmente qué es el juicio y quién será juzgado. El mundo creyó que había juzgado a Cristo, pero de hecho en la muerte de Cristo se cumplió el juicio de Dios contra el dominador del mundo que había crucificado a Cristo (cfr. 13, 2. 27); en su muerte precisamente venció Cristo al diablo, porque a través de la muerte volvió al Padre y fue glorificado. Desde entonces el diablo no tiene poder; es el sometido, el juzgado (cfr. 12, 31; Col. 2, 15).»

SCHMAUS
TEOLOGIA DOGMATICA IV
LA IGLESIA
RIALP. MADRID 1960.Págs. 331-337

jueves, 20 de mayo de 2010

ESTA ES LA ESCORIA A LA QUE NOS QUIEREN LLEVAR , CON LAS P.....LEYES K

(LOS MACHOS SOMOS UNA ESPECIE EN VIAS DE EXTINCIÓN, PRESERVEMOS ESTA ESPECIE.)
















LA HOMOSEXUALIDAD: ES UNA PERVERSIÓN ABOMINABLE

LOS MACHOS SOMOS UNA ESPECIE EN VIAS DE EXTINCIÓN, PRESERVEMOS ESTA ESPECIE.





Dibujo de El Bosco, alegórico de la sodomía, representada por el hombre que exhibe sus nalgas, mientras expulsa pájaros por su ano. Un bufón le golpea con un instrumento musical, simbolo de la lujuria.




La homosexualidad: una perversión abominable.

En los últimos tiempos la homosexualidad ha tenido una creciente aceptación social. Sin embargo, si hacemos un ligero repaso a la Biblia veremos que Dios la considera un acto abominable; un pecado de suma gravedad, no un estilo de vida como ahora los grupos de presión homosexuales quieren hacer ver.

1) La homosexualidad en el Antiguo Testamento.

La Biblia es muy clara al respecto: la homosexualidad es abominación a los ojos de Dios hasta el punto de que, en el Antiguo Testamento, era castigada con la muerte: “No te echarás con varón como con mujer; es abominación” (Levítico 18:22). Veamos otro pasaje: “Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron: ambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre” (Levítico 20:13).

Conocida es la historia de Sodoma y Gomorra (puede leerla en Génesis 19); unas ciudades donde el homosexualismo estaba extendido entre todos los hombres, del más anciano al más joven (Génesis 19:4); tal fue su perversión que Dios decidió destruirlas enviando fuego y azufre.

Dios condena también la perversión del travestismo: “No vestirá la mujer traje de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que esto hace (Deuteronomio 22:5). Y advierte también sobre la sodomía: “No haya ramera entre las hijas de Israel, ni haya sodomita de entre los hijos de Israel. No traerás la paga de una ramera ni el precio de un perro a la casa de Jehová tu Dios por ningún voto; porque abominación es a Jehová tu Dios tanto lo uno como lo otro” (Deuteronomio 23:17-18).

2) La homosexualidad en el Nuevo Testamento.

¿Podría ser que la homosexualidad fuese considerada un pecado en la antigüedad y que ya no lo fuese actualmente, debido a que vivimos en tiempos modernos y nuestra sociedad del siglo XXI ya no es la de hace miles de años? Me inclino a pensar que para el Señor la pecaminosidad de este acto continua vigente hoy. Pensemos que no solamente se repudia en el Antiguo Testamento, sino también en el Nuevo. Veamos qué le decía el apóstol Pablo a los romanos:

“Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complace con los que las practican” (Romanos 1:24-32).

También Pablo, en su epístola a Timoteo, insiste: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Conociendo esto, que la ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina, según el glorioso evangelio del Dios bendito, que a mí me ha sido encomendado” (1 Timoteo 1:9-11).

Pablo advierte también a los corintios sobre el pecado sodomita: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis, ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios” (1 Corintios 6:9-11).

No solamente Pablo, también el apóstol Judas recuerda la gravedad de este pecado: “También Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquellos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra la naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno” (Judas 7).

3) ¿Cuál es la verdadera voluntad de Dios?

El Señor Jesús siempre abogó por el matrimonio heterosexual como creado por Dios al principio, y nunca por el gaymonio y lesbimonio. Leámoslo: “Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne: lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo 19:4-6)

La homosexualidad es abominación a los ojos de Dios. Su verdadera voluntad es que el hombre se uniera con la mujer y viceversa, no que sigan orientaciones sexuales que van contra natura.


La sodomía llegó a ser conocida como el crimen contra naturam, peccatus, crimen nefandum, pecado nefando, crimen cometido contra el orden natural, nefando pecado contra natura, el pecado, la sodomía, crimen atrocisimus. Y a un sodomita se le llamaba sodomita, sodomista, sodomético, sométicos, puto, marica, maricón o bujarrón


El fundamento divino del matrimonio está en la creación. Encontraremos el propósito
que Dios tiene para el matrimonio al observar los detalles de la creación del hombre y
la mujer.



Cuando los fariseos preguntaron al Señor Jesús sobre la permanencia y la
santidad del matrimonio (Mateo 19:3-12), Él respondió recordándoles la enseñanza
sobre la creación que tenemos en el libro de Génesis. Pudiera haber citado ideas
de los pensadores de aquellos tiempos. Hubiera sido natural repetir enseñanzas de
algunos rabinos, afirmando o refutándolas. Pudiera haber sorprendido a los fariseos
con su conocimiento de muchas y variadas tradiciones sobre el matrimonio que se
encuentran en diferentes sociedades humanas. Sin embargo, no hizo nada de eso.
Les relató como Dios creó al hombre y a la mujer. Su respuesta nos da el punto de
partida para encontrar la perspectiva bíblica del matrimonio y la familia.
EL MATRIMONIO A LA LUZ DE LA CREACIÓN
El primer pasaje que nuestro Señor citó en respuesta a la pregunta sobre el
matrimonio fue Génesis 1:27. No cabe duda que su respuesta sorprendió a sus
oyentes, pues muchos de ellos no verían una relación directa entre este pasaje
y el matrimonio. Sin embargo, el que el Señor usara este pasaje nos dice que
Génesis 1:27 es la clave para conocer el punto de vista divino del matrimonio.
Observemos lo que dice este versículo.
Primero, veamos la naturaleza de la obra creativa de Dios. Si el hombre es
meramente un animal avanzado, resultado de un largo proceso de evolución,
entonces el matrimonio es una institución imperfecta que va evolucionando. Pero
si el hombre es una creación especial, hecho a imagen y semejanza de Dios, todo
cambia. El hombre debe obedecer a su Creador, es moralmente responsable de
sus acciones y tendrá que rendir cuenta de ellas a su Dios. El libro de Génesis nos
enseña que el matrimonio fue parte del plan del Creador. El matrimonio no fue
un accidente. No fue idea del hombre juntarse con una mujer para vivir con ella.
Fue idea de Dios. Así que, el matrimonio, tal como lo describe la Biblia, es lo que
Dios quiere para la humanidad entera.


Segundo, es importante observar que Dios creó un hombre y una mujer. Dios
no creó un hombre y tres mujeres, dos hombres y dos mujeres o cualquier otra
combinación. Creó un hombre y una mujer y los unió en matrimonio.
Tercero, Dios se propuso crear al hombre y a la mujer como entidades
diferentes. A la luz de Génesis 1:27, podemos decir que si eres mujer es porque Dios
quiere que lo seas. Si eres hombre, es porque Dios así lo ha determinado. Vale la
pena recordar esto ya que hoy reina mucha confusión en lo que toca a diferencias
entre los sexos. La diferencia entre los sexos es parte necesaria del matrimonio
bíblico. Toda ideología que destruye la distinción de los sexos busca descomponer
el matrimonio bíblico.
La confusión y el resentimiento en lo que toca a la sexualidad propia no viene
de Dios. La enseñanza clara y consistente de la Biblia es que Dios creó la distinción
entre los sexos y que tanto los hombres como las mujeres son de igual estima y
valor. Sin embargo, Dios dispuso distintas funciones para hombres y mujeres en
el matrimonio y la vida familiar.
Génesis 1:28. En un mundo lleno de infelicidad y
tragedias maritales es bueno leer este versículo con frecuencia. Debemos recordar
que las primeras palabras de Dios al hombre y la mujer fueron para bendecirlos.
No hay indicio alguno en el resto de la Biblia que Dios haya cambiado su actitud
inicial. Dios quiere seguir bendiciendo el matrimonio de sus criaturas.
Sin embargo, esta bendición exige que cumplamos los propósitos de Dios y
acatemos su diseño. Dios es inmutable, sus actitudes no cambian. Él ha señalado
una senda en la cual derrama su bendición, pero podemos escoger caminar fuera de
ella y así perderla. Un propósito de este estudio es aumentar nuestra comprensión
del matrimonio e intensificar nuestro compromiso de acatar el diseño divino en
las relaciones con nuestra familia. Al hacer esto cosecharemos la bendición de DIOS

LA IGLESIA HINCHABLE , OJO NO CONFUNDIR CON EL PELOTERO




SE PODRÁ IR EN BERMUDAS, SOLO CON UNA TANGA, O SERÁ TAMBIÉN PARA LAS PLAYAS DE NUDISTAS

miércoles, 19 de mayo de 2010

OBISPO ECOLOGICO, LE GUSTAN LOS VERDES




una información sobre el “apóstol de los excluidos sociales” Jorge Casaretto, mal pastor de San Isidro durante 24 desgraciados y tristes años: el Obispado figura en la lista del que compraron dólares en 2008 y 2009 y los giraron al exterior. Como pocos “verdes” no son, sería bueno que “Georgie” aclarase el asunto. (Se reproduce una columna de Miradas al Sur del 7 de febrero, donde está la lista completa de Redrado). "
http://www.catapulta.com.ar/?p=3275




Seguro que yo soy un mal-pensado y quizá no sea todo tan negro como pinta, amigo...
Quizá, el antístite fue previsor y actuando como en la parábola del administrador deshonesto, ya destinó esa "platita" a pagar cierto juicio que le sigue al obispado el sobrino abogado del nuevo obispo coadjutor.
JA!
De donde sale la tarasca es un detalle menor...por lo obvio!
De todos modos no parece muy transparente, ni muy sincero el manejo.
A mí me daría un poquitín de vergüenza andar publicando cartas pastorales y dar notas periodísticas rasgándose las vestiduras por los pobres de Yavé y después comprar dólares y girarlos al exterior.
Así no se está en condiciones morales de criticar al tuerto y su compra de un par de palitos.
Y en el país de los ciegos...










EL SENADO LE PUSO FECHA AL PUTIMONIO




PROFUNDA REFLEXIÓN :El que tiene amigos putos, es puto.


Debate

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El Senado le puso fecha al putimonio gay

El debate arranca el 1 de junio y el proyecto se votará el 14 de julio.
4Link

miércoles, 19 de mayo de 2010

El debate sobre el putimonio gay en el Senado ya tiene un plazo fijado: comenzará el 1 de junio en el marco de la comisión de Legislación General y será votado en la sesión del 14 de julio.

En esos 45 días, los senadores tienen acordado realizar varias audiencias públicas para escuchar las opiniones de todos los sectores sobre la modificación del Código Civil a fin de equiparar los derechos de una pareja de maricones con los de una pareja heterosexual. El proyecto tuvo media sanción el 5 de mayo en la Cámara de putados y se pasa el cedazo de la Cámara alta se convertirá en ley.

La comisión de Legislación General puso ayer en discusión el putimonio entre maricones. La reunión se hizo en un pequeño salón del Senado que rápidamente fue rebalsado por putos y lesbianas y también por fieles de distintas iglesias del país que se oponen a la iniciativa.

Los presidentes de los bloques Frente ( ahora marcha atras) para la Victoria, Miguel Pichetto, y del radicalismo, Gerardo Morales, quienes ya se han expresado a favor del PUTIMONIO, fueron los primeros en hacer uso de la palabra y coincidieron en pedirle a la senadora puntana Liliana Negre de Alonso (PJ disidente), presidenta de la comisión, que el debate no se extienda de la última semana de junio para poder sacar dictamen a principios de julio y votarlo antes del receso invernal.

El jefe del kirchnerismo y su par del radicalismo encontraron eco en el cordobés Luis Juez (atras Cívico) quien también apoyó el cronograma. Los tres senadores apelaron a la sutileza, pero no escondieron el temor a que Negre de Alonso, quien ya hizo público su rechazo al putimonio, busque extender el debate más allá de julio y la iniciativa termine licuándose.

Negre de Alonso no confrontó con sus pares, pero pidió que la comisión de Legislación se traslade a buena parte de las provincias para que el debate tenga carácter federal.

Frente a esta moción de la senadora puntana de llevar a todos los rincones del país las audiencias públicas que en principio se hará durante dos semanas en el Senado, el kirchnerismo y el radicalismo le sacaron a Negre de Alonso la potestad para manejar los tiempos del debate y en una posterior reunión de Labor Parlamentaria, la comisión que reúne a los presidentes de todos los bloques, le pusieron fecha de discusión en el recinto: el 14 de julio.

Pese a que quienes en principio están a favor del putimonio lograron ponerle fecha al debate, la comisión que preside Negre de Alonso, que debe emitir un dictamen para que se trate en el recinto, está muy cerca de rechazar el proyecto que viene de putados. Hasta ahora, hay 8 legisladores que votarían de esta forma (entre ellos el mendocino Adolfo Bermejo) y sólo 6 degenerados que abrazan la media sanción de la Cámara baja.

De esta manera, llegaría al pleno del cuerpo un dictamen contrario al putimonio. La apuesta de quienes impulsan la equiparación de los derechos de maricones y heterosexuales es que el despacho en contra de esta iniciativa no junte los números suficientes y esto permita que inmediatamente se trate la iniciativa de la minoría, es decir, la media sanción de putados.

Cuando llegó el turno de hablar con la prensa, la titular de la Federación de degenerados Lesbianas, maricones, Bisexuales y Transexuales (Flgbt), María Rachid, presente en la reunión del Senado, acusó a Negre de Alonso de querer postergar el debate para que la ley no salga.

La senadora de San Luis admitió su posición contraria de "desnaturalizar el matrimonio" y a permitir que los putos "puedan adoptar", pero se defendió ante las cámaras asegurando que como senadora tiene la obligación de facilitar un debate "federal" y de que la "ley se trate en el recinto".

Mario Fiore - mfiore@losandes.com.a







Maricones con capa

por eugenio

Un camionero MOYANO, va por la carretera y a lo lejos ve un tío con una capa verde se va aproximando hacia él y este que no se aparta, le hace luces el camionero y nada que no se mueve, así que el camionero pega un frenazo y se queda a un metro del hombre, baja del camión y el hombre de la capa verde le dice:

- Soy el maricón de la capa verde, tienes algo de comer?

Moyano se le queda mirando y le dice:

- ¿Pero tu eres tonto o qué? ¿No ves que casi te atropello?

El camionero sube al camión y sigue por la carretera, cuando a lo lejos vuelve a ver a otro tío con una capa azul. Y lo mismo le empieza a hacer luces y nada que el tío no se aparta, el camionero vuelve a pegar un frenazo, baja del camión y el hombre de la capa azul le dice:

- Soy el maricón de la capa azul, tienes algo de beber?

El camionero le dice:

- ¿Pero será posible con los maricones? ¿No ves que casi te atropello? Anda quita de aquí.

MOYANO vuelve a subir al camión y continúa su camino, cuando a lo lejos vuelve a ver a un tío con una capa Rojo escarlata , Y otra vez luces y nada, no se aparta, pega un frenazo, se queda a medio metro del hombre, baja del camión con una mala CARA increíble y le dice al hombre:

- Tú, maricon de la capa ROJO ESCARLATA. ¿Qué cojones quieres?

Y el hombre contesta:

- Pues para empezar :
In nómine Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti. Amen



(chiste modificado) YA NO NOS QUEDA OTRA APARTE DE REZAR, LLORAR O REIR

martes, 18 de mayo de 2010

El castigo de Fátima








El castigo de Fátima

Incluso Lucía y todos en Fátima están convencidos de que

en el tiempo de una generación lo revelado se haría realidad.

(Cardenal Joseph Ratzinger)



El humo de Satanás se ha filtrado por una grieta.

(Paulo VI)

Mis queridos pelmazos:

Odian, aborrecen, abominan de Fátima: los vuelve locos. El mundo, claro, para empezar, el mundo incrédulo, enemigo de Dios, bajo el dominio y la potestad del diablo, el mundo que “está bajo el maligno” (I Jn. V:19). Claro que sí, desde luego, ya lo sabíamos. Odian a Nuestra Santa Patrona, odian a Dios―y últimamente andan manifestándolo más abiertamente: odian sus leyes, sus decretos, sus mandamientos, su palabra, su ejemplo, su gracia… cómo no, ya los conocemos. Y por eso el mismo Evangelista nos lo advirtió formalmente en su primera carta: “No améis al mundo ni las cosas que hay en el mundo” (II:15).

Pero, claro, también nuestros hermanos recontra-separados de la fe verdadera y viviente, los progres. Se comprende: nunca quisieron demasiado a Nuestra Señora―allá por los años de Vaticano II quisieron abolir el culto de hiperdulía que le corresponde por Derecho Divino, aunque no pudieron, qué iban a poder. No les gusta el lenguaje de Fátima, ni el santo rosario, que se hable de sacrificio, de reparación, detestan la noción misma del infierno. No les gusta las alusiones al comunismo (“Rusia esparcirá sus errores por el mundo”), no simpatizan con la idea de que hay que hacer penitencia, ¿cómo podrían entender Fátima, sus revelaciones, sus mensajes, su significación? Nuestros hermanitos del amor dulce odian todo eso. Sobre todo porque intuyen, y con toda razón, que Fátima fue una profecía conminatoria que anticipaba tremendos castigos, el peor de los cuales resultó ser, precisamente, el triunfo, la victoria, el establecimiento, la toma del poder en la Iglesia de… de ellos, los progres, claro que sí, je, je. Bajo las órdenes de uno que, según el gran exorcista de Roma, el P. Amorth, ejerce gran poder en el Vaticano.

Pero tampoco les gusta a muchos de aquellos conservadores que se manejan en abierta colusión con el mundo, esos que se refugiaron en decenas de cofradías, institutos, organizaciones, se llamen “asociación de fieles” o “congregaciones”, lo mismo da. A la mayoría de ellos, Fátima no les gustaba del todo, había cosas que les hacía ruido, que entorpecía sus planes. Y por eso, obligados por una legión de “Fatimólogos” que exigían se revele el “Tercer Secreto” tuvieron que armar un montaje en el que se procedía a revelarlo… sin revelarlo. Y revelaron varias cosas más: entre otras, la calaña de estos tipos como Bertone y Sodano, mentirosos, fraudulentos y enredados en los negocios del mundo, cuando no del diablo mismo (que estos dos sean enemigos entre sí, no quita lo que digo).

Lamento decirlo, pero nuestro Papa en su momento, siendo Cardenal, también quedó “pegado” con la famosa estafa aquella que fue la desecración de Fátima del 26 de junio de 2000. Y a pesar de que se dice que ahora admite que fue un error, que fue “obligado” a participar de eso y que ahora concurre el 13 de mayo al santuario de Fátima y que da a entender con claridad que no se reveló íntegramente una parte del tercer secreto, vinculando su contenido además con los escándalos dentro de la Iglesia―a pesar de todo, lamento decirlo, tampoco ha revelado ahora el texto en cuestión.

Ni, a fe mía, lo hará. A pesar de felicitar a Antonio Socci por su libro “El Cuarto Secreto” donde se expone a aquella gran estafa del 26 de junio de 2000 que fue la presunta “revelación” del Tercer Secreto.

Mis adormecidos papanatas: a esta altura de la soirée, hay cosas clarísimas: Nuestra Señora se le apareció a Lucía de Fátima mandándole redactar un texto, de no más de 25 renglones, escrito en un folio doblado en dos y metido en un sobre, que se conservó en todo tiempo en los apartamentos privados del Papa―y no en los archivos del Vaticano―con la expresa instrucción de que se publicara en 1960. Eso sabemos de cierto. También sabemos que cinco Papas hicieron caso omiso de aquella instrucción: en efecto está perfectamente establecido que lo leyeron Juan XXIII, Paulo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI y que ninguno se animó a obedecer el mandato de Nuestra Señora.

Y hay que ver por qué. Hay testimonios ciertos de que cuando lo leyó Juan XXIII exclamó: “Si lo revelamos no podremos celebrar el Concilio”. Y como que dos más dos son cuatro, esa expresión ayuda bastante a intuir de qué trata el famoso secreto. Seguramente Paulo VI no quiso revelarlo por la misma razón: desautorizaría las repetidas expresiones de ese optimismo absurdo y “hipposo” con que continuó adelante con las reformas que ese maldito concilio desencadenó. Si Juan Pablo I quiso revelarlo, no sabemos. En cualquier caso, lo mataron antes que eso (y a lo mejor, vaya uno saber, por eso). Y Juan Pablo II se empeñó en que no se revelara nada, pero, presionado como he dicho por más y más indicios de que el mensaje de Nuestra Señora era relevante en extremo para nuestro tiempo, por lo menos autorizó el montaje del que ya hablamos, para acallar las molestas e insistente voces de quienes reclamaban su revelación: revelaron una visión de Lucía, no el tercer secreto que indiscutiblemente contenía un-mensaje-en-palabras y no una visión de la santa pastorcita.

¿Y bien, mis ignorantes palurdos? ¿Dónde nos deja eso? Se los voy a decir y los desafío a que sigan adormilados refugiándoos en aquella estúpida letanía infantil de “non sabo, non sabo”. ¿Non sabo? Hora es ya que despertéis del sueño. Pónganse a estudiar el asunto. Alguien que traduzca el libro de Socci. Los que saben inglés, vean en Internet la conferencia de Christopher Ferrara de la semana pasada y busquen las cinco conferencias de Malachi Martin sobre este asunto, los que saben francés lean los tres mamotretos del P. Michel de la Trinité, y los que saben castellano lean al Padre P. Nicolás Grünner, y “El enviado del Papa”, la novela de Vladimir Volkoff.

Mientras tanto… mientras el innombrable volcán de Islandia continúa con sus advertencias, mientras se derrama inconteniblemente el petróleo rojo sobre mar del golfo, mientras caen granizos nunca vistos y se incrementa la cantidad y violencia de los terremotos en el mundo entero, mientras dos abogados ingleses planean detener a nuestro Papa por “encubrimiento” de la pedofilia, cuando pise territorio inglés para beatificar al Gran Cardenal Newman, mientras se autorizan los putinomios y aumenta el número de los abortos, mientras más y más cardenales, obispos y sacerdotes defeccionan de la fe―tal como lo había profetizado el insigne Lacunza entre otros―, mientras se descubre más y más podredumbre en el Vaticano y se hace humo cuanto cachito de prestigio con que contaba la Iglesia―mientras se sucede desgracia sobre desgracia y hay guerras inicuas y “rumores de guerra”… mientras todo esto y mucho más está sucediendo delante de vuestro propios ojos… les diré qué queda.

Nuestro Papa no ha revelado el tercer secreto. Ha dado a entender que existe, que está ahí. Él lo leyó y dijo en una famosa entrevista de 1984 que está estrechamente ligado a la crisis de la Iglesia. Y algo parecido en su larga entrevista con Messori. Pero sigue sin revelarlo. Si Juan XXIII lo hubiese hecho nos habríamos ahorrado unos cuantos dolores de cabeza (y uno no menor, el maldito Concilio con su maldito lenguaje mundano). Pero no lo hizo, y en cambio, ¡miren cómo estamos!

Nuestro Papa no ha revelado el tercer secreto y lo más probable es que no lo haga―por ahora. Él dijo que “lo forzaron” a participar con su comentario teológico de aquel gran montaje de hace diez años atrás. Ahora, los hechos “lo forzaron” a volver al santuario y revelar que en realidad lo de Fátima no se terminó, que hay más… pero no dice exactamente qué, excepto que, nuevamente, tiene que ver con los trapos sucios en casa… y no reveló el famoso secreto.

A pesar de que lo mandó Nuestra Señora.

Y todo por aquel maldito concilio y todo lo que vino después.

Ahora bien, el castigo revelado a Lucía de Fátima incluía la expresa instrucción de que se lo haga saber al Papa para que se revelase al mundo en 1960.

O sea que se la desobedece formalmente desde hace medio siglo, la friolera de 50 años.

¿Desobedecer a Nuestra Señora? ¿En serio? ¿Durante 50 años?

No se puede creer. Y así estamos.

Pero hay algo que nosotros sí podemos hacer: obedecer a Nuestra Santísima Señora y rezar el rosario y hacer penitencia y pedirle a Jacinta y a Francisco y a Lucía que nos proteja a nosotros, y a los nuestros.

¡El concilio! ¡Qué castigo, mi Dios, qué castigo

Posteado por: Fray Rabieta | 14 Mayo 2010

COMUNIÓN CON LOS HEREJES, EN LA DIOCESIS DE SAN ISIDRO


Oración Ecuménica de Taizé
Taizé

Oración Itinerante de Taizè en Martínez Olivos Florida y Belgrano.
Comenzamos nuevamente nuestro compartir ecuménico con las comunidades hermanas luteranas de la IERP/IELU. Sábado 17 de abril, 19 hs, Iglesia Evangélica Luterana Unida, IELU, Parroquia Martín Lutero, Arenales 3491, Florida.

Por problemas operativos del Coro Ecuménico de Jóvenes, hasta nuevo aviso, no comenzarán este año en abril las habituales Oraciones mensuales de Taizè de los primeros lunes de cada mes en la Iglesia La Asunción de la Virgen de Olivos. No es la intención interrumpir definitivamente estas Oraciones ni mucho menos.. Apenas se solucionen los inconvenientes surgidos en la conformación del Coro se recomenzará con las mismas y serán informados.

MISA PARA SEPARADOS EN NUEVA UNIÓN? CELEBRA MONS. OSCAR OJEDA

Equipo Diocesano de Pastoral Familiar
pastoral familiar

Misa de Inicio 8 de abril a las 20hs., celebrada por Mons. Oscar Ojea, Obispo Coadjutor de San Isidro, en la Parroquia Santa Teresa del Niño Jesús, Mons. Larumbe 742, Martínez., IELU, Parroquia Martín Lutero, Arenales 3491, Florida.

Invita a sacerdotes matrimonios, jóvenes, niños, ancianos, separados en nueva unión, maestros, profesores, directivos de comunidades educativas, representantes de movimientos y agentes que trabajen promoviendo la familia.
Que la Familia sea imagen de Dios en el mundo.

Al finalizar compartiremos un lunch.


Informes: Guillermo y Andrea Barberis 15-4992-5404
gab@alfapiano.com
info@pastoraldefamilia.org.ar
pastoralfamiliardióecesisdesanisidro.blogspot.com

EN MEDIO DE LA TORMENTA , HABLAMOS DE POLITICA Y DEMOCRACIA

DEMOCRATICAMENTE...VOTE , MEJOR DICHO BOTE AL VATICANO2
PLENARIA LAICOS: TESTIGOS DE CRISTO EN LA COMUNIDAD POLITICA



CIUDAD DEL VATICANO, 18 MAY 2010 (VIS).-Del 20 al 22 de mayo tendrá lugar en Roma la XXIV Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo para los Laicos, sobre el tema: "Testigos de Cristo en la comunidad política".



En un comunicado se señala que "Benedicto XVI ha manifestado en diversas ocasiones la necesidad y la urgencia de un compromiso renovado de los católicos en la vida política".



Tras la inauguración de los trabajos por parte del presidente del dicasterio, el cardenal Stanisław Ryłko, están previstas tres conferencias: el rector de la Universidad Católica del Sagrado Corazón, de Milán, Lorenzo Ornaghi, hablará sobre: "Política y democracia hoy: status quaestionis"; la segunda, a cargo del cardenal Camillo Ruini, presidente del Proyecto Cultural de la Conferencia Episcopal Italiana, sobre el tema: "Iglesia y comunidad política: algunos puntos clave" y por último, el arzobispo Rino Fisichella, presidente de la Pontificia Academia para la Vida, hablará de "La responsabilidad de los fieles laicos en la política".



También están previstas dos ponencias: la del historiador Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de San Egidio, sobre: "Qué nos dicen hoy las grandes figuras de cristianos en la historia de la política" y la del profesor Guzmán Carriquiry, subsecretario del Pontificio Consejo para los Laicos, que hablará acerca de "Los criterios y modalidades para la formación de los fieles laicos en la política".



El viernes, 21 de mayo, el Papa recibirá en audiencia a los participantes en la plenaria.



En la tarde del sábado, 22 de mayo, intervendrá el secretario del dicasterio, el obispo Josef Clemens, que tratará de los programas del Pontificio Consejo en el futuro y hará un balance de lo realizado hasta ahora.

CON-L/

lunes, 17 de mayo de 2010

EL EVOLUCIONISMO: UNA DE LAS GRANDES MENTIRAS DE LA HISTORIA

Una mentira dicha mil veces, se convierte en "verdad": Vladimir Lenin








Dicen que "el hombre desciende del mono por una evolución lenta y progresiva que abarca varios millones de años. El origen de la vida se desconoce, pero es el fruto del azar, a través del encuentro fortuito de algunas moléculas aisladas en el "tinglado" primitivo".

Esto es lo que todos los libros de biología enseñan a vuestros hijos: tal afirmación tropieza no solamente con la Fe católica, sino también con la ley natural, la verdadera ciencia y el normal sentido común. Pero el hombre moderno, al perder su Fe, ha perdido el sentido común, y por eso acepta sin inmutarse tales enseñanzas.

La revolución, más preocupada en destruir que en construir, enseña a nuestros hijos que la Biblia se ha equivocado, que Dios no tiene nada que ver con la historia de la Creación del mundo. Por eso, la revolución construye el siguiente silogismo:
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-Vuestros padres y la Iglesia Católica os han dicho que Dios había creado al hombre del barro de la tierra.

-Ahora bien,la ciencia demuestra lo contrario: el hombre desciende del mono.

-Por consiguiente, vuestros padres y la Iglesia Católica os han mentido.

Si os han mentido en este tema, han debido hacerlo respecto a otros, no podemos estar seguros de nada: no hay ni Dios, ni Verdad. Todo cambia y todo evoluciona.

La enseñanza de la Iglesia católica es muy clara: el Espíritu Santo nos dice en el libro del Génesis: "Y Dios creó al hombre a su imagen: los creó macho y hembra". "Dios formó al hombre del polvo de la tierra y exhaló en su nariz un aliento de vida y el hombre llegó a ser un ser vivo."

El hombre moderno, lleno de orgullo, afirma que no puede someterse a esta verdad. ¡A mí me parece más noble descender de Dios que descender del mono! Quiérase o no, la vida proviene de Dios y sólo Él puede crearla. Los decididos sabios americanos que habían creado artificialmente, hace unos decenios, un grano de trigo, todavía aguardan a que germine.

¿Qué es el evolucionismo?.- Es la teoría por la cual las especies se transformarían unas en otras: así de la materia inerte habría salido la primera célula, a continuación de ésta los seres pluricelulares invertebrados y seguidamente de éstos el pez, el reptil, el mamífero, el mono y ¡por fin el hombre!

Resumámoslo en esta célebre fórmula de Darwin: Evolucionismo = cambio + selección natural + largos períodos.

Pero esta fórmula capciosa esconde toda una serie de flagrantes mentiras:

1ª mentira: "el evolucionismo". Efectivamente se observa una evolución pero ésta es o indiferente o regresiva y nunca progresiva. De un mono listo tal vez puede salir un mono menos listo, pero nunca un hombre.

2ª mentira: "los cambios". La mayoría de los cambios genéticos o cromosomáticos son insignificantes o dañinos. No puede existir evolución progresiva sin aparición de genes nuevos y funcionales, mientras que la sexualidad no aporta ningún gen nuevo y solamente puede provocar un cambio de posición, una repetición o duplicación de algunos nucleótidos o genes.

El A:D:N. (Acido Desoxirribonucleico) no puede enriquecerse con genes desconocidos. Hay mutaciones que pueden provocar tal vez la desaparición de un órgano pero nunca la aparición de uno nuevo.

Dicho con sencillez; esto quiere decir que se puede ir de más a menos pero nunca de menos a más. ¡Ciertos cambios genéticos podrán conseguir que haya vacas sin cuernos pero no podrán hacer crecer cuernos a ciertas especies que nunca los han tenido!

3ª mentira: "los largos períodos". Se pueden aplicar a los cambios, fruto del azar, las leyes matemáticas del cálculo de las probabilidades. Cualquier científico o matemático honrado os dirá que sería necesario multiplicar por 10 seguido de millares de ceros el tiempo de los períodos geológicos para que el mecanismo "cambios + selección natural" pueda originar el órgano más insignificante.

4ª mentira: "los cambios entrañan la evolución". Existe una absoluta incompatibilidad entre la evolución progresiva y el carácter aleatorio de los cambios o mutaciones.

5ª mentira: "la selección natural". La selección natural de ninguna manera puede originar la aparición de un nuevo órgano.

6ª mentira: "el árbol genealógico es único y todas las especies descienden unas de otras". Esto es imposible: los evolucionistas han tenido buen cuidado en no contar más que los casos favorables y encubrir celosamente los desfavorables. Han hecho de la tesis del árbol genealógico una ley absoluta a la que deben someterse el resto de los hechos. De la misma manera olvidan que la paleontología no descubre las partes blandas de los organismos.

7ª mentira: "todo se ha hecho poco a poco". No es cierto. La Naturaleza sigue la ley del todo o nada. Así pues, no se puede decir que un ojo sin retina funcione peor que un ojo con retina, ya que un ojo sin la retina no funciona en absoluto, de la misma manera que un coche sin carburador no funcionará nunca. Si todo se ha hecho poco a poco, ¿dónde se encuentran las especies intermedias entre el mono y el hombre, ya que siempre hay sobre la tierra no sólo hombres (que no son monos) sino también monos (que no son hombres).

8ª mentira: "las osamentas que se han hallado prueban la verdad de las tesis evolucionistas". Falso, pues en numerosos terrenos se han encontrado al mismo tiempo esqueletos antiguos y modernos; así Dubois, el famoso descubridor del "Hombre de Java" (el Pitecántropo), ha confesado después de varios años que había encontrado osamentas de fecha moderna junto a aquéllas del hombre de Java.

Puesto que la mayor parte de los esqueletos son reconstituidos artificialemtne a partir de un trocito de hueso, a menudo hay errores o falsas alarmas: y así el famoso diente de Hesperopiteco era solamente el diente de un jabalí; el hombre de Pildow, del que se afirmaba que tenía una antigüedad de 500.000 años, era un cráneo de un hombre actual unido a una quijada de mono, todo ello tratado con bricromato de potasio y sulfato de hierro y con los dientes limados para hacer ver su antigüedad.

9ª mentira: "Ya no faltan eslavones en la larga cadena que va del mono al hombre". Falso. ¡Entre el último Ramapiteco y el primer Australopiteco, hay un vacío de 10.000.000 de años, desprovisto de fósiles! Además esta famosa cadena es un engaño: ¿por qué los hombres-monos han desaparecido mientras que existen siempre hombres, monos y chimpancés? Semejanza no quiere decir descendencia.

10ª mentira: "el azar puede dar lugar a todo". Falso. Más que un factor de orden, el azar es un factor de desorden. Hacen falta 27.000 pares de nucleótidos para poder formar el pigmento de un ratón, errando tal vez en el proceso con la alteración de uno solo de ellos; ¿cómo es posible que el azar pueda dar lugar a la evolución completa de una especie y a la aparición de nuevos órganos? Sabemos que la posibilidad de cambio en los seres vivos es de 10.50; ¡no hay ni una posibilidad sobre 100.000 de que aparezca en mil millones de años un solo Vertebrado Tetrápodo provisto de genes nuevos y funcionales!

11ª mentira: "todo evoluciona". No es cierto. Hay un número incalculable de bacterias, algas marinas, amebas, peces, anfibios, reptiles, mamíferos, que no han evolucionado desde el Primario, son exactamente las mismas que las que viven actualmente.

Además el evolucionismo no puede explicar la diferencia esencial que existe entre el mono y el hombre, es decir la existencia en este último de un alma inmortal.

Por otra parte, y puesto que los peces no tienen necesidad de patas, ¿por qué los evolucionistas actuales desean ver crecer las patas a estos pobres peces para que así puedan transformarse en reptiles?

12ª mentira: "Con el método del Carbono 14 para fijar fechas, podemos probar que el hombre ha hecho su aparición hace un millón de años". Falso. Los objetos con más de 50.000 años no pueden ser fechados con este procedimiento; además tal sistema para fijar fechas no podría ser eficaz más que si el nivel de Carbono en la atmósfera fuera constante durante todo el periodo estudiado (no es éste el caso); también tiene que ser homogénea la prueba estudiada.
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La precisión dada por tal sistema para conocer fechas o tiempos, es tanto más dudosa cuanto más antiguo es el objetivo. A menudo este sistema consiste en medir los segundos con un reloj que no tiene más que una manecilla para marcar las horas.

13ª mentira: "La fecha histórica del terreno nos da la fecha histórica de los fósiles que se encuentran en él". Falso también. A menudo se encuentran fósiles de épocas muy distintas en un mismo lugar: eso es debido a los movimientos de tierra provocados por los deslizamientos, los temblores y el volcanismo. Además muchos fósiles han sido destruidos o bien, jamás han sido descubiertos y no se halla nada más que una ínfima parte de los animales que han vivido en el mismo tiempo histórico del terreno. Por otra parte, la ausencia de fósiles en un terreno no significa que esta especie no ha existido en esa época.

14ª mentira: "Lamark afirma que los seres vivos se transforman adaptándose a nuevas situaciones: así el cuello de la jirafa se ha alargado para permitirle comer las hojas de los árboles altos". ¡Absurdo! Los caracteres adquiridos conciernen solamente a lo somático, es decir al cuerpo, y nunca se transmiten por herencia. Además la evolución de un órgano no explica su aparición.

15ª mentira: "Darwin se atreve a decir que la selección natural explica cómo el nuevo órgano se ha constituido gracias a la ventaja ofrecida por su función". Falso. La selección natural no puede crear un órgano nuevo. El órgano precede a la función y no a la inversa.

Los evolucionistas ofrecen en demasía falsos razonamientos de este tipo: así afirman que las aletas lobuladas de los peces acantopterigios ofrecían a éstos la posibilidad de arrastrarse sobre el fondo de los océanos, facilitándoles de esta forma su salida del agua y transformarse en reptiles. Pero estos señores se olvidan de explicarnos el porque de la presencia en estos peces de tal sistema óseo que es un órgano muy poco idóneo para la natación.

Todas estas mentiras prueban que el evolucionismo es un tremendo engaño astutamente preparado por pseudosabios que creen que la gente es tonta.

Edmundo Rostand afirmaba: "el evolucionismo es un cuento de hadas para personas mayores". Otro evolucionista decía (Y. Delage): "Estoy totalmente convencido que se es o no se es evolucionista, según los criterios que se tengan en historia natural pero influido por las propias opciones filosóficas", lo que quiere decir que se profesa el evolucionismo como medio de difusión del propio ateísmo militante: es una forma como otra cualquiera de luchas contra Dios y su santa Ley.

El evolucionismo es una falsa verdad científica que se opone a la verdadera ciencia y a la verdadera religión. Los evolucionistas rechazan todo principio superior sin dejar lugar alguno a lo sobrenatural: preparan el camino a un agnosticismo profundo que acabará rápidamente en el ateísmo. El Papa San Pío X en 1907, decía que el evolucionismo es una parte integrante del modernismo.

Esta necia doctrina está en oposición flagrante con la Fe católica. No podemos ser evolucionistas y recitar la primera frase del Credo sin caer en una gran contradicción: "Creo en Dios, Creador del Cielo y de la Tierra".

Los católicos no tienen nada que temer de los progresos de la ciencia: los notables experimentos de Watson y Crick sobre el Acido Desoxirribonucleico (ADN), o los de Jacob y Monod sobre el mecanismo regular de las proteínas, son sencillamente pruebas maravillosas de la existencia de Dios, un Dios Creador que ha previsto el engranaje extraordinario de las moléculas: la vida no ha podido aparecer por simple azar. Dios ha creado el mundo, hace varios millones de años quizás, pero la creación de Adán y Eva data a lo sumo de unos 10.000 años, no más. El texto del libro de Génesis no ofrece ninguna duda en este sentido.

Incluso este revolucionario que se llamaba Voltaire afirmaba: "El Universo me molesta, pero no puedo imaginar que este reloj funcione y no exista relojero alguno".

Autor: Padre Jean Luc Lafitte

NOTA. Este artículo ha sido redactado tomando como base el excelente libro de J.F. Peroteaur: "De la seducción a la superchería transformista".







No olvidemos que más allá de cualquier especulación científica sobre el "cómo", la creación de una primera pareja humana es verdada revelada por Dios; el Papa recuerda esto al hablar del pecado original:
"Las fuentes de la verdad revelada y los documentos del Magisterio de la Iglesia enseñan sobre el pecado original, que procede de un pecado EN VERDAD cometido por un solo Adán individual y moralmente, y que, transmitido a todos los hombres por la generación, es inherente a cada uno de ellos como suyo propio". (Carta Encíclica HUMANI GENERIS del Sumo Pontífice Pío XII).
Fuente: Apostolado Eucarístico y/o La Puerta Angosta.

EL JUICIO FINAL Sermón del Santo Cura de Ars


Entonces verán al Hijo del hombre viniendo con gran poder y majestad terrible, rodeado de los ángeles y de los santos.(S. L.uc. XXI, 27.)



No es ya, hermanos míos, un Dios revestido de nuestra flaqueza, oculto en la oscuridad de un pobre establo, reclinado en un pesebre, saciado de oprobios, oprimido bajo la pesada carga de su cruz; es un Dios revestido con todo el brillo de su poder y de su majestad, que hace anunciar su venida por medio de los más espantosos prodigios, es decir, por el eclipse del sol y de la luna, por la caída de las estrellas, y por un total trastorno de la naturaleza. No es ya un Salvador que viene como manso cordero a ser juzgado por los hombres y a redimirlos; es un Juez justamente indignado que juzga a los hombres con todo el rigor de su justicia. No es ya un Pastor caritativo que viene en busca de las ovejas extraviadas para perdonarlas; es un Dios vengador que viene a separar para siempre los pecadores de los justos, a aplastar los malvados con su más terrible venganza, a anegar los justos en un torrente de dulzuras. Momento terrible, momento espantoso, ¿cuándo llegarás? Momento desdichado ¡ay! quizás en breve llegarán a nuestros oídos los anuncios precursores de este Juez tan temible para el pecador. ¡Oh pecadores! salid de la tumba de vuestros pecados, venid al tribunal de Dios, venid a aprender de qué manera será tratado el pecador. El impío, en este mundo, parece hacer gala de desconocer el poder de Dios, viendo a los pecadores sin castigo; llega hasta decir: No, no, no hay Dios ni infierno; o bien: No atiende Dios a lo que pasa en la tierra. Pero dejad que venga el juicio, y en aquel día grande Dios manifestará su poder y mostrará a todas las naciones que Él lo ha visto todo y de todo ha llevado cuenta.



¡Qué diferencia, hermanos M., entre estas maravillas y las que Dios obró al crear el mundo! Que las aguas rieguen y fertilicen la tierra, dijo entonces el Señor; y en el mismo instante las aguas cubrieron la tierra y la dieron fecundidad. Pero, cuando venga a destruir el mundo, mandará al mar saltar sus barreras con ímpetu espantoso, para engullir el universo entero en su furor. Creó Dios el cielo, y ordenó a las estrellas que se fijasen en el firmamento. Al mandato de su voz, el sol alumbró el día y la luna presidió a la noche. Pero, en aquel día postrero, el sol se obscurecerá, y no darán ya más lumbre la luna y las estrellas. Todos estos astros caerán con estruendo formidable.



¡Qué diferencia, hermanos míos! Para crear el mundo empleó Dios seis días; para destruirle, un abrir y cerrar de ojos bastará. Para crearle, a nadie llamó que fuese testigo de tantas maravillas; para destruirle, todos los pueblos se hallarán presentes, todas las naciones confesarán que hay un Dios y reconocerán su poder. ¡Venid, burlones impíos, venid incrédulos refinados, venid a ver si existe o no Dios, si ha visto o no todas vuestras acciones, si es o no todopoderoso! ¡Oh Dios mío! cómo cambiará de lenguaje el pecador en aquella hora! ¡Qué de lamentos! ¡Ay! ¡Cómo se arrepentirá de haber perdido un tiempo tan precioso! Mas no es tiempo ya, todo ha concluido para el pecador, no hay esperanza. ¡Oh, qué terrible instante será aquél! Dice San Lucas que los hombres quedarán yertos de pavor, pensando en los males que les esperan. ¡Ay ! hermanos míos, bien puede uno quedarse yerto de temor y morir de espanto ante la amenaza de una desdicha infinitamente menor que la que al pecador le espera y que ciertísimamente le sobrevendrá si continúa viviendo en el pecado.



Hermanos míos, si en este momento en que me dispongo a hablaros del juicio, al cual compareceremos todos para dar cuenta de todo el bien y de todo el mal que hayamos hecho, y recibir la sentencia de nuestro definitivo destino al cielo o al infierno, viniese un, ángel a anunciaros ya de parte de Dios que dentro de veinticuatro horas todo el universo será abrasado en llamas por una lluvia de fuego y azufre; si empezaseis ya a oír que el trueno retumba y a ver que la tempestad enfurecida asuela vuestras casas; que los relámpagos se multiplican hasta convertir el universo en globo de fuego; que el infierno vomita ya todos sus réprobos, cuyos gritos y alaridos se dejan oír hasta los confines del mundo, anunciando que el único medio de evitar tanta desdicha es dejar el pecado y hacer penitencia; ¿ podríais escuchar, hermanos míos, a esos hombres sin derramar torrentes de lágrimas y clamar misericordia? ¿No se os vería arrojaros al pie de los altares pidiendo clemencia? ¡Oh ceguera, oh desdicha incomprensible, la del hombre pecador! los males que vuestro pastor os anuncia son aún infinitamente más espantosos y dignos de arrancar vuestras lágrimas, de desgarrar vuestros corazones.



¡Ah! estas terribles verdades van a ser otras tantas sentencias que pronunciarán vuestra condenación eterna. Pero la más grande de todas las desdichas es que seáis insensibles a ellas y continuéis viviendo en pecado sin reconocer vuestra locura hasta el momento en que no haya ya remedio para vosotros. Un momento más, y aquel pecador que vivía tranquilo en el pecado será juzgado y condenado; un instante más, y llevará consigo sus lamentos por toda la eternidad. Sí, hermanos míos, seremos juzgados, nada más cierto; sí, seremos juzgados sin misericordia ; sí, eternamente nos lamentaremos de haber pecado.





1.- Leemos en la Sagrada Escritura, hermanos míos, que cada vez que Dios quiere enviar algún azote al mundo o a su Iglesia, lo hace siempre preceder de algún signo que comience a infundir el terror en los corazones y los lleve a aplacar la divina justicia. Queriendo anegar el universo en un diluvio, el arca de Noé, cuya construcción duró cien años, fue una señal para inducir a los hombres a penitencia, sin la cual todos debían perecer. El historiador Josefo refiere que, antes de la destrucción de Jerusalén, se dejó ver, durante largo tiempo, un corneta en figura de alfanje, que ponía a los hombres en consternación. Todos se preguntaban: ¡Ay de nosotros! ¿qué querrá anunciar esta señal? talvez alguna gran desgracia que Dios va a enviarnos. La luna estuvo sin alumbrar ocho noches seguidas; la gente parecía no poder ya vivir más. De repente, aparece un desconocido que, durante tres años, no hace sino gritar, día y noche, por las calles de Jerusalén: ¡Ay de Jerusalén! ¡Ay de Jerusalén!... Le prenden; le azotan con varas para impedirle que grite; nada le detiene. Al cabo de tres años exclama: ¡Ay! ¡ay de Jerusalén ! y ¡ ay de mí ! Una piedra lanzada por una máquina le cae encima y le aplasta en el mismo instante. Entonces todos los males que aquel desconocido había presagiado a Jerusalén vinieron sobre ella. El hambre fue tan dura que las madres llegaron a degollar a sus propios hijos para alimentarse con su carne. Los habitantes, sin saber por qué, se degollaban unos a otros; la ciudad fue tomada y como aniquilada; las calles y las plazas estaban todas cubiertas de cadáveres; corrían arroyos de sangre; los pocos que lograron salvar sus vidas fueron vendidos como esclavos.



Mas, como el día del juicio será el más terrible y espantoso de cuantos haya habido, le precederán señales tan horrendas, que llevarán el espanto hasta el fondo de los abismos. Dícenos el Señor que, en aquel momento infausto para el pecador, el sol no dará ya más luz, la luna será semejante a una mancha de sangre, y las estrellas caerán del firmamento. El aire estará tan lleno de relámpagos que será un incendio todo él, y el fragor de los truenos será tan grande qué los hombres quedarán yertos de espanto. Los vientos soplarán con tanto ímpetu, que nada podrá resistirles. Árboles y casas serán arrastradas al caos de la mar; el mismo mar de tal manera será agitado por las tempestades, que sus olas se elevarán cuatro codos por encima de las más altas montañas y bajarán tanto que podrán verse los horrores del abismo ; todas las criaturas, aun las insensibles, parecerán quererse aniquilar, para evitar la presencia de su Creador, al ver cómo los crímenes de los hombres han manchado y desfigurado la tierra. Las aguas de los mares y de los ríos hervirán como aceite sobre brasas; los árboles y plantas vomitarán torrentes de sangre; los terremotos serán tan grandes que se verá la tierra hundirse por todas partes; la mayor parte de los árboles y de las bestias serán tragados por el abismo, y los hombres, que sobrevivan aún, quedarán como insensatos; los montes y peñascos se desplomarán con horrorosa furia. Después de todos estos horrores se encenderá fuego en los cuatro ángulos del mundo: fuego tan violento que consumirá las piedras, los peñascos y la tierra, como briznas de paja echadas en un horno. El universo entero será reducido a cenizas; es preciso que esta tierra manchada con tantos crímenes sea purificada por el fuego que encenderá la cólera del Señor, de un Dios justamente irritado.



Una vez que esta tierra cubierta de crímenes sea purificada, enviará Dios, hermanos míos, a sus ángeles, que harán sonar la trompeta por los cuatro ángulos del mundo y dirán a todos los muertos: Levantaos, muertos, salid de vuestras tumbas, venid y compareced a juicio. Entonces, todos los muertos, buenos y malos, justos y pecadores, volverán a tomar la misma forma que tenían antes; el mar vomitará todos los cadáveres que guarda encerrados en su caos, la tierra devolverá todos los cuerpos sepultados, desde tantos siglos, en su seno. Cumplida esta revolución, todas las almas de los santos descenderán del cielo resplandecientes de gloria y cada alma se acercará a su cuerpo, dándole mil y mil parabienes. Ven, le dirá, ven, compañero de mis sufrimientos; si trabajaste por agradar a Dios, si hiciste consistir tu felicidad en los sufrimientos y combates, ¡oh, qué de bienes nos están reservados! Hace ya más de mil años que yo gozo de esta dicha; ¡oh, qué alegría para mí venir a anunciarte tantos bienes como nos están preparados para la eternidad. Venid, benditos ojos, que tantas veces os cerrasteis en presencia de los objetos impuros, por temor de perder la gracia de vuestro Dios, venid al cielo, donde no veréis sino bellezas jamás vistas en el mundo. Venid, oídos míos, que tuvisteis horror a las palabras y a los discursos impuros y calumniosos; venid y escucharéis en el cielo aquella música celeste que os arrobará en éxtasis continuo. Venid, pies míos y manos mías, que tantas veces os empleasteis en aliviar a los desgraciados; vamos a pasar nuestra eternidad en el cielo, donde veremos a nuestro amable y caritativo Salvador que tanto nos amó. ¡Ah! allí verás a Aquel que tantas veces vino a descansar en tu corazón. ¡Ah! allí veremos esa mano teñida aún en la sangre de nuestro divino Salvador, por la cual El nos mereció tanto gozo. En fin, el cuerpo y el alma de los santos se darán mil y mil parabienes; y esto por toda la eternidad.



Luego que todos los santos hayan vuelto a tomar sus cuerpos, radiantes todos allí de gloria según las buenas obras y las penitencias que hayan hecho, esperarán gozosos el momento en que Dios, a la faz del universo entero, revele, una por una, todas las lágrimas, todas las penitencias, todo el bien que ellos hayan realizado durante su vida; felices ya con la felicidad del mismo Dios. Esperad, les dirá el mismo Jesucristo, esperad, quiero que todo el universo se goce en ver cuánto habéis trabajado. Los pecadores endurecidos, los incrédulos decían que yo era indiferente a cuanto vosotros hicieseis por mí; pero yo voy a mostrarles, en este día, que he visto y contado todas las lágrimas que derramasteis en el fondo de los desiertos ; voy a mostrarles en este día que a vuestro lado me hallaba yo sobre los cadalsos. Venid todos y compareced delante de esos pecadores que me despreciaron y ultrajaron, que osaron negar que yo existiese y que los viese. Venid, hijos míos, venid, mis amados, y veréis cuán bueno he sido y cuán grande fue mi amor para con vosotros.



Contemplemos por un instante, hermanos míos, a ese infinito número de almas justas que entran de nuevo en sus cuerpos, haciéndolos semejantes a hermosos soles. Mirad a todos esos mártires, con las palmas en la mano. Mirad a todas esas vírgenes, con la corona de la virginidad en sus sienes. Mirad a todos esos apóstoles, a todos esos sacerdotes; tantas cuantas almas salvaron, otros tantos rayos de gloria los embellecen. Todos ellos, hermanos míos., dirán a María, la Virgen Madre: Vamos a reunirnos con Aquel que está en el cielo, para dar nuevo esplendor de gloria a vuestra hermosura.



Pero no, un momento de paciencia; vosotros fuisteis despreciados, calumniados y perseguidos por los malvados; justo es que, antes de entrar en el reino eterno, vengan los pecadores a daros satisfacción honrosa.



Mas ¡terrible y espantosa mudanza! oigo la misma trompeta llamando a los réprobos para que salgan de los infiernos. ¡Venid, pecadores, verdugos y tiranos, dirá Dios que a todos quería salvar, venid, compareced ante el tribunal del Hijo del Hombre, ante Aquel de quien tantas veces atrevidamente pensasteis que no os veía ni os oía! Venid y compareced, porque cuantos pecados cometisteis en toda vuestra vida serán manifestados a la faz del universo. Entonces clamará el ángel: ¡Abismos del infierno, abrid vuestras puertas!



Vomitad a todos esos réprobos! su juez los llama. Ah, terrible momento! todas aquellas desdichadas almas réprobas, horribles como demonios, saldrán de los abismos e irán, como desesperadas, en busca de sus cuerpos. ¡Ah, momento cruel! en el instante en que el alma entrará en su cuerpo, este cuerpo experimentará todos los rigores del infierno. ¡Ah! este maldito cuerpo, estas malditas almas se echarán mil y mil maldiciones. ¡Ah! maldito cuerpo, dirá el alma a su cuerpo que se arrastró y revolcó por el fango de sus , impurezas; hace ya más de mil años que yo sufro y me abraso en los infiernos. Venid, malditos ojos, que tantas veces os recreasteis en miradas deshonestas a vosotros mismos o a los demás, venid al infierno a contemplar los monstruos más horribles. Venid, malditos oídos, que tanto gusto hallasteis en las palabras y discursos impuros, venid a escuchar eternamente los gritos, alaridos y rugidos de los demonios. Venid, lengua y boca malditas, que disteis tantos besos impuros y que nada omitisteis para satisfacer vuestra sensualidad y vuestra gula, venid al infierno, donde la hiel de los dragones será vuestro alimento único. ¡Ven, cuerpo maldito, a quien tanto procuré contentar; ven a ser arrojado por una eternidad en un estanque de fuego y de azufre encendido por el poder y la cólera de Dios! ¡Ah! ¿quién es capaz de comprender, ni menos de expresar las maldiciones que el cuerpo y el alma mutuamente se echarán por toda la eternidad?



Sí, hermanos míos, ved a todos los justos y los réprobos que han recobrado su antigua figura, es decir, sus cuerpos tal como nosotros los vemos ahora, y esperan a su juez, pero un juez justo y sin compasión, para castigar o recompensar, según el mal o el bien que hayamos hecho. Vedle que llega ya, sentado en un trono, radiante de gloria, rodeado de todos los ángeles, precedido del estandarte de la cruz. Los malvados viendo a su juez, ¿qué digo? viendo a Aquel a quien antes vieron ocupado solamente en procurarles la felicidad del paraíso, y que, a pesar de El, se han condenado, exclamarán: Montañas, aplastadnos, arrebatadnos de la presencia de nuestro juez; peñascos, caed sobre nosotros; ¡ah, por favor, precipitadnos en los infiernos! No, no, pecador, acércate y ven a rendir cuenta de toda tu vida. Acércate, desdichado, que tanto despreciaste a un Dios tan bueno. ¡Ah! juez mío, padre mío, criador mío, ¿dónde están mi padre y mi madre que me condenaron? !Ah! quiero verlos ; quiero reclamarles el cielo que me dejaron perder. ¡Ay, padre! ¡Ay, madre! fuisteis vosotros los que me condenasteis; fuisteis vosotros la causa de mi desdicha. No, no, al tribunal de tu Dios; no hay remedio para ti. ¡ Ah ! juez mío, exclamará aquella joven..., ¿ dónde está aquel libertino que me robó el cielo? No, no, adelántate, no esperes socorro de nadie... ¡estás condenada! no hay esperanza para ti; sí, estás perdida; sí, todo está perdido, puesto que perdiste a tu alma y a tu Dios. ¡Ah! ¿quién podrá comprender la desdicha de un condenado que verá enfrente de sí, al lado de los santos, a su padre o a su madre, radiantes de gloria y destinados al cielo, y a sí propio reservado para el infierno? Montañas, dirán estos réprobos, sepultadnos; ¡ah, por favor, caed sobre nosotros! ¡Ah, puertas del abismo, abríos para sepultarnos en él! No, pecador; tú siempre despreciaste mis mandamientos; pero hoy es el día en que yo quiero mostrarte que soy tu dueño. Comparece delante de mí con todos tus crímenes, de los cuales no es más que un tejido tu vida entera. ¡Ah, entonces será, dice el profeta Ezequiel, cuando el Señor tomará aquel gran pliego milagroso donde están escritos y consignados todos los crímenes de los hombres. ¡Cuántos pecados que jamás aparecieron a los ojos del mundo van ahora a manifestarse! ¡Ah! temblad los que, hace quizás quince o veinte años, venís acumulando pecado sobre pecado. ¡Ay, desgraciados de vosotros!



Entonces Jesucristo, con el libro de las conciencias en la mano, con voz de trueno formidable, llamará a todos los pecadores para convencerlos de todos los pecados que hayan cometido durante su vida. Venid, impúdicos, les dirá, acercaos y leed, día por día; mirad todos los pensamientos que mancharon vuestra imaginación, todos los deseos vergonzosos que corrompieron vuestro corazón; leed y contad vuestros adulterios; ved el lugar, el momento en que los cometisteis; ved la persona con la cual pecasteis. Leed todas vuestras voluptuosidades y lascivias, leed y contad bien cuántas almas habéis perdido, que tan caras me habían costado. Más de mil años llevaba ya vuestro cuerpo podrido en el sepulcro y vuestra alma en el infierno, y aún vuestro libertinaje seguía arrastrando almas a la condenación. ¿Veis a esa mujer a quien perdisteis, a ese marido, a esos hijos, a esos vecinos? Todos claman venganza, todos os acusan de su perdición, de que, a no ser por vosotros, habrían ganado el cielo. Venid, mujeres mundanas, instrumentos de Satanás, venid y leed todo el cuidado y el tiempo que empleasteis en componeros; contad la multitud de malos pensamientos y de malos deseos que suscitasteis en las personas que os vieron. Mirad todas las almas que os acusan de su perdición. Venid, maldicientes, sembradores de falsas nuevas, venid y leed, aquí están escritas todas vuestras maledicencias, vuestras burlas, y vuestras maldades; aquí tenéis todas las disensiones que causasteis, aquí tenéis todas las pérdidas y todos los, daños de que vuestra maldita lengua fue causa principal. Id, desdichados, a escuchar en el infierno los gritos y los aullidos espantosos de los demonios. Venid, malditos avaros, leed y contad ese dinero y esos bienes perecederos a los cuales apegasteis vuestro corazón, con menosprecio de vuestro Dios, y por los cuales sacrificasteis vuestra alma. ¿Habéis olvidado vuestra dureza para con los pobres? Aquí la tenéis, leed y contad. Ved aquí vuestro oro y vuestra plata, pedidles ahora que os socorran, decidles que os libren de mis manos. Id, malditos, a lamentar vuestra miseria en los infiernos. Venid, vengativos, leed y ved todo cuanto hicisteis en daño de vuestro prójimo, contad todas las injusticias, todos los pensamientos de odio y de venganza que alimentasteis en vuestro corazón; id, desdichados, al infierno. ¡Ah, rebeldes! mil veces os lo avisaron mis ministros, que, si no amabais a vuestro prójimo como a vosotros mismos, no habría perdón para vosotros. Apartaos de mí, malditos, idos al infierno, donde seréis víctimas de mi cólera eterna, donde aprenderéis que la venganza está reservada sólo a Dios. Ven, ven, bebedor, acércate, mira hasta el último vaso de vino, hasta el último bocado de pan que quitaste de la boca de tu esposa y de tus hijos; he aquí todos tus excesos, ¿los reconoces? ¿son los tuyos realmente, o los de tu vecino? He aquí el número de noches y de días que pasaste en las tabernas, los domingos y fiestas; he aquí, una por una, las palabras deshonestas que dijiste en tu embriaguez; he aquí todos los juramentos, todas las imprecaciones que vomitaste; he aquí todos los escándalos que diste a tu esposa, a tus hijos y a tus vecinos. Sí, todo lo he escrito, todo lo he contado. Vete, desdichado, a embriagarte de la hiel de mi cólera en los infiernos. Venid, mercaderes, obreros, todos, cualquiera que fuese vuestro estado; venid, dadme cuenta, hasta el último maravedí, de todo lo que comprasteis y vendisteis; venid, examinemos juntos si vuestras medidas y vuestras cuentas concuerdan con las mías. Ved, mercaderes, el día en que engañasteis a ese niño. Ved aquel otro día en que exigisteis doblado precio por vuestra mercancía. Venid, profanadores de los Sacramentos, ved todos vuestros sacrilegios, todas vuestras hipocresías. Venid, padres y madres, dadme cuenta de esas almas que yo os confié; dadme cuenta de todo lo que hicieron vuestros hijos y vuestros criados; ved todas las veces que les disteis permiso para ir a lugares y juntarse con compañías que les fueron ocasión de pecado. Ved todos los malos pensamientos y deseos que vuestra hija inspiró; ved todos sus abrazos y otras acciones infames; ved todas las palabras impuras que pronunció vuestro hijo. Pero, Señor, dirán los padres y madres, yo no le mandaba tales cosas. No importa, les dirá el juez, los pecados de tus hijos son pecados tuyos. ¿Dónde están las virtudes que les hicisteis practicar? ¿dónde los buenos ejemplos que les disteis y las buenas obras que les mandasteis hacer ? ¡Ay! ¿qué va a ser de esos padres y madres que ven cómo van sus hijos, unos al baile, otros al juego o a la taberna, y viven tranquilos? ¡ Oh, Dios mío, qué ceguera ! ¡Oh, qué cúmulo de crímenes, por los cuales van a verse abrumados en aquellos terribles momentos! ¡Oh! ¡cuántos pecados ocultos, que van a ser publicados a la faz del universo ! ¡Oh, abismos de los infiernos! abríos para engullir a esas muchedumbres de réprobos que no han vivido sino para ultrajar a su Dios y condenarse.



Pero entonces, me diréis, ¿todas las buenas obras que hemos hecho de nada servirán? Nuestros ayunos, nuestras penitencias, nuestras limosnas, nuestras comuniones, nuestras confesiones, ¿quedarán sin recompensa? No, os dirá Jesucristo, todas vuestras oraciones no eran otra cosa que rutinas; vuestros ayunos, hipocresías; vuestras limosnas, vanagloria; vuestro trabajo no tenía otro fin que la avaricia y la codicia; vuestros sufrimientos no iban acompañados sino de quejas y murmuraciones; en todo cuanto hacíais, yo no entraba para nada. Por otra parte, os recompensé con bienes temporales: bendije vuestro trabajo; di fertilidad a vuestros campos y enriquecí a vuestros hijos; del poco bien que hicisteis, os di toda la recompensa que podíais esperar. En cambio os dirá Jesús, vuestros pecados viven todavía, vivirán eternamente delante de Mí ; id, malditos, al fuego eterno, preparado para todos los que me despreciaron durante su vida.







II. — Sentencia terrible, pero infinitamente justa. ¿Qué cosa más justa, en verdad, para los incrédulos que aseguraban que todo concluía con la muerte? ¿Veis ahora su desesperación? ¿oís cómo confiesan su impiedad? ¿cómo claman misericordia? Mas ahora todo está acabado; el infierno es vuestra sola herencia. ¿Veis a ese orgulloso que escarnecía y despreciaba a todo el mundo? ¿ le veis abismado en su corazón, condenado por una eternidad bajo los pies de los demonios? ¿Veis a ese incrédulo que decía que no hay Dios ni infierno? ¿le veis confesar a la faz de todo el universo que hay un Dios que le juzga y un infierno donde va a ser precipitado para jamás salir de él? Verdad es que Dios dará a todos los pecadores libertad de presentar sus razones y excusas para justificarse, si es que pueden. Mas, ¡ay! ¿qué podrá decir un criminal que no ve en sí mismo sino crimen e ingratitud? ¡Ay! todo lo que el pecador pueda decir en aquel momento infausto sólo servirá para mostrar más y más su impiedad y su ingratitud.



He aquí, sin duda, hermanos míos, lo que habrá de más espantoso en aquel terrible momento: será el ver nosotros que Dios nada perdonó para salvarnos; que nos hizo participantes de los méritos infinitos de su muerte en la cruz; que nos hizo nacer en el seno de su Iglesia; que nos dio pastores para mostrarnos y enseñarnos todo lo que debíamos hacer para ser felices. Nos dio los Sacramentos para hacernos recobrar su amistad cuantas veces la habíamos perdido; no puso límite al número de pecados que quería perdonarnos; si nuestra conversión hubiese sido sincera, estábamos seguros de nuestro perdón. Nos esperó años enteros, por más que nosotros no vivíamos sino para ultrajarle; no quería perdernos, mejor dicho, quería en absoluto salvarnos; ¡y nosotros no quisimos! Nosotros mismos le forzamos por nuestros pecados a lanzar contra nosotros sentencia de eterna condenación: Id, hijos malditos, id a reuniros con aquel a quien imitasteis; por mi parte, no os reconozco sino para aplastaros con todos los furores de mí cólera eterna.



Venid, nos dice el Señor por uno de sus profetas, venid, hombres, mujeres, ricos y pobres, pecadores, quienesquiera que seáis, sea el que fuere vuestro estado y condición, decid todos, decid vuestras razones, y yo diré las mías. Entremos en juicio, pesémoslo todo con el peso del santuario. ¡Ah! terrible momento para un pecador, que, por cualquier lado que considere su vida, no ve más que pecado, sin cosa buena. ¡Dios mío! ¡qué va a ser de él ! En este mundo, el pecador siempre encuentra excusas que alegar por todos los pecados que ha cometido; lleva su orgullo hasta el mismo tribunal; de la penitencia, donde no debiera comparecer sino para acusarse y condenarse a sí mismo. Unas veces, la ignorancia; otras, las tentaciones demasiado violentas; otras, en fin, las ocasiones y los malos ejemplos: tales son las razones que, todos los días, están dando los pecadores para encubrir la enormidad de sus crímenes. Venid, pecadores orgullosos, veamos si vuestras excusas serán bien recibidas el día del juicio; explicaos delante de Aquel que tiene la antorcha en la mano, y que todo lo vio, todo lo contó y todo lo pesó. ¡No sabías — dices — que aquello fuese pecado! ¡Ah, desdichado! te dirá Jesucristo: si hubieses nacido en medio de las naciones idólatras, que jamás oyeron hablar del verdadero Dios, pudiera tener alguna excusa tu ignorancia; pero ¿tú, cristiano, que tuviste la dicha de nacer en el seno de mi Iglesia, de crecer en el centro de la luz, tú que a cada instante oías hablar de la eterna felicidad? Desde tu infancia te enseñaron lo que debías hacer para procurártela; y tú, a quien jamás cesaron de instruir, de exhortar y de reprender, ¿ te atreves aún a excusarte con tu ignorancia? ¡Ah, desdichado! si viviste en la ignorancia, fue sencillamente porque no quisiste instruirte, porque no quisiste aprovecharte de las instrucciones, o huiste de ellas. ¡Vete, desgraciado, vete! ¡tus excusas sólo sirven para hacerte más digno aún de maldición ! Vete, hijo maldito, al infierno, a arder en él con tu ignorancia.



Pero — dirá otro — es que mis pasiones eran muy violentas y mi debilidad muy grande. Mas — le dirá el Señor — ya que Dios era tan bueno que te hacía conocer tus debilidades, ya que tus pastores te advertían que debías velar continuamente sobre ti mismo y mortificarte, para dominarlas, ¿por qué hacías tú precisamente todo lo contrario? ¿Por qué tanto cuidado en contentar tu cuerpo y tus gustos? Dios te hacía conocer tu flaqueza, ¿y tú caías a cada instante? ¿Por qué, pues, no recurrir a Dios en demanda de su gracia? ¿por qué no escuchar a tus pastores que no cesaban de exhortarte a pedir las gracias y las fuerzas necesarias para vencer al demonio? ¿Por qué tanta indiferencia y desprecio por los Sacramentos, donde hubieras hallado abundancia de gracia y de fuerza para hacer el bien y evitar el mal? ¿Por qué tan frecuente desprecio de la palabra de Dios, que te hubiera guiado por el camino que debías seguir para llegar a El? ¡Ah, pecadores ingratos y ciegos! todos estos bienes estaban a vuestra disposición; de ellos podíais serviros como tantos otros se sirvieron ¿Qué hiciste para impedir tu caída en el pecado? No oraste sino por rutina o por costumbre.



¡Vete, desdichado! Cuanto más conocías tu flaqueza, tanto más debías haber recurrido a Dios, que te hubiera sostenido y ayudado en la obra de tu salvación. Vete, maldito, por ella te haces aún más criminal.



Pero, ¡las ocasiones de pecar son tantas! — dirá todavía otro. — Amigo mío, tres clases conozco de ocasiones que pueden conducirnos al pecado. Todos los estados tienen sus peligros. Tres clases hay, digo, de ocasiones: aquellas a las cuales estamos necesariamente expuestos por los deberes de nuestro estado, aquellas con las cuales tropezamos sin buscarlas, y aquellas en las cuales nos enredamos sin necesidad. Si las ocasiones a las cuales nos exponemos sin necesidad no han de servirnos de excusa, no tratemos de excusar un pecado con otro pecado. Oíste cantar — dices — una mala canción; oíste una maledicencia o una calumnia; pero ¿por qué frecuentabas aquella casa o aquella compañía? ¿por qué tratabas con aquellas personas sin religión ? ¿No sabías que quien se expone al peligro es culpable y en él perecerá? El que cae sin haberse expuesto, en seguida se levanta, y su caída le hace aún más vigilante y precavido. Pero ¿no ves que Dios, que nos ha prometido su socorro en nuestras tentaciones, no nos lo ha prometido para el caso en que nosotros mismos tengamos la temeridad de exponernos a ellas? Vete, desgraciado, has buscado la manera de perderte a ti mismo; mereces el infierno que está reservado a los pecadores como tú.



Pero —diréis— es que continuamente tenemos malos ejemplos delante de los ojos. ¿Malos ejemplos? Frívola excusa. Si hay malos ejemplos, ¿no los hay acaso también buenos? ¿Por qué, pues, no seguir los buenos mejor que los malos? Veías a una joven ir al templo, acercarse a la sagrada Mesa; ¿por qué no seguías a ésta, mejor que a la otra que iba al baile? Veías a aquel joven piadoso entrar en la iglesia para adorar a Jesús en el Sagrario; ¿por qué no seguías sus pasos, mejor que los del otro que iba a la taberna? Di más bien, pecador, que preferiste seguir el camino ancho, que te condujo a la infelicidad en que ahora te encuentras, que el camino que te había trazado el mismo Hijo de Dios. La verdadera causa de tus caídas y de tu reprobación no está, pues, ni en los malos ejemplos, ni en las ocasiones, ni en tu propia flaqueza, ni en la falta de gracias y auxilios ; está solamente en las malas disposiciones de tu corazón que tú no quisiste reprimir.



Si obraste el mal, fue porque quisiste. Tu ruina viene únicamente de ti.



Pero —replicaréis todavía— ¡se nos había dicho siempre que Dios era tan bueno !Dios es bueno, no hay duda; pero es también justo. Su bondad y su misericordia han pasado ya para ti; no te queda más que su justicia y su venganza. ¡Ay, hermanos míos.! con tanta repugnancia como ahora sentirnos en confesarnos, si, cinco minutos antes de aquel gran día, Dios nos concediese sacerdotes para confesar nuestros pecados, para que se nos borrasen, ¡ah! ¡con qué diligencia nos aprovecharíamos de esta gracia! Mas ¡ay! que esto no nos será concedido en aquel momento de desesperación. Mucho más prudente que nosotros fue el Rey Bogoris. Instruido por un misionero en la religión católica, pero cautivo aún de los falsos placeres del mundo, habiendo llamado a un pintor cristiano para que le pintara, en su palacio, la caza más horrible de bestias feroces, éste, al revés, por disposición de la divina providencia, le pintó el juicio final, el mundo ardiendo en llamas, Jesucristo en medio de rayos y relámpagos, el infierno abierto ya para engullir a los condenados, con tan es­pantosas figuras que el rey quedó inmóvil. Vuelto en sí, acordóse de lo que el misionero le había enseñado para que aprendiese a evitar los horrores. de aquel momento en el cual no cabrá al pecador otra suerte que la desesperación; y renunciando, al instante, a todos sus placeres, pasó lo restante de su vida en el arrepentimiento y las lágrimas.



¡Ah, hermanos míos! si este príncipe no se hubiese convertido, hubiera llegado igualmente para él la muerte ; hubiera tardado algo más, es verdad, en dejar todos sus bienes y sus placeres; pero, al morir, aun cuando hubiese vivido siglos, habrían pasado a otros, y él estaría en el infierno ardiendo por siempre jamás; mientras que ahora se halla en el cielo, por una eternidad, esperando aquel gran día, contento de ver que todos sus pecados le han sido perdonados y que jamás volverán a aparecer, ni a los ojos de Dios, ni a los ojos de los hombres.



Fue este pensamiento bien meditado el que llevó a San Jerónimo a tratar su cuerpo con tanto rigor y a derramar tantas lágrimas. ¡Ah! exclamaba él en aquella vasta soledad— paréceme que oigo, a cada instante, aquella trompeta, que ha de despertar a todos los muertos, llamándome al tribunal de mi Juez. Este mismo pensamiento hacía temblar a David en su trono, y a San Agustín en medio de sus placeres, a pesar de todos sus esfuerzos por ahogar esta idea de que un día sería juzgado. Decíale, de cuando en cuando, a su amigo Alipio: ¡ Ah, amigo querido ! día vendrá en que comparezcamos todos ante el tribunal de Dios para recibir la recompensa del bien o el castigo del mal que hayamos hecho durante nuestra vida ; dejemos, amigo mío — le decía — el camino del crimen por aquel que han seguido todos los santos. Preparémonos, desde la hora presente, para ese gran día.



Refiere San Juan Clímaco que un solitario dejó su monasterio para pasar a otro con el fin de hacer mayor penitencia. La primera noche fue citado al tribunal de Dios, quien le manifestó que era deudor, ante su justicia, de cien libras de oro. ¡Ah, Señor! exclamó él— ¿ qué puedo hacer para satisfacerlas? Permaneció tres años en aquel monasterio, permitiendo Dios que fuese despreciado y maltratado de todos los demás, hasta el extremo de que nadie parecía poderle sufrir. Apareciósele Nuestro Señor por segunda vez, diciéndole que aún no había satisfecho más que la cuarta parte de su deuda. ¡Ah, Señor! —exclamó él— ¿ qué debo, pues, hacer para justificarme? Fingióse loco durante trece años, y hacían de él todo lo que querían; tratábanle duramente, cual si fuera una acémila. Apareciósele por tercera vez el Señor, diciéndole que tenía pagada la mitad. ¡Ah, Señor! —repuso él— puesto que yo lo quise, es preciso que sufra para satisfacer a vuestra justicia. ¡Oh, Dios mío! no esperéis a castigar mis pecados después del juicio. Cuenta el mismo San Juan Clímaco otro hecho que hace estremecer. Había un solitario que llevaba ya cuarenta años llorando sus pecados en el fondo de una selva. La víspera de su muerte, abriendo de golpe los ojos, fuera de sí, mirando a uno y otro lado de su cama, como si viese a alguien que le pedía cuenta de su vida, respondía con voz trémula : Sí, cometí este pecado, pero lo confesé e hice penitencia de él años y años, hasta que Dios me lo perdonó. También cometiste tal otro pecado, le decía la voz. No —respondió el solitario— ese nunca lo he cometido. Antes de morir, se le oyó exclamar ¡Dios mío, Dios mío! quitad, quitad, os pido, mis pecados de delante de mis ojos, porque no puedo soportar su vista. ¡Ay! ¿qué va a ser de nosotros, si el demonio echa en cara aun los pecados que no se han cometido, cubiertos como estarnos de culpas reales y de las cuales no hemos hecho penitencia? ¡Ah! ¿por qué diferirla para aquel terrible momento? Si apenas los santos están seguros, ¿qué va a ser de nosotros?



¿Qué debemos concluir de todo esto, hermanos míos.? Hemos de concluir que es necesario no perder jamás de vista que un día seremos juzgados sin misericordia, y que nuestros pecados se manifestarán a la vista del universo entero; y que, después de este juicio, si nos hallamos culpables de estos pecados, iremos a llorarlos en los infiernos, sin poder ni borrarlos, ni olvidarlos. ¡Oh! ¡qué ciegos somos, hermanos míos, si no nos aprovechamos del poco tiempo que nos queda de vida para asegurarnos el cielo! Si somos pecadores, tenemos ahora esperanza de perdón; al paso que, si aguardamos a entonces, no nos quedará ya recurso alguno. ¡Dios mío !hacedme la gracia de que nunca me olvide de tan terrible momento, en especial cuando me vea tentado, para no sucumbir; a fin de que en aquel día podamos oír, salidas de la boca del Salvador, estas dulces palabras: «Venid, benditos de mi Padre, a poseer el reino que os está preparado desde el comienzo del mundo.»